NELSON MONDACA I.
No tengo ninguna duda, cuando la delincuencia violenta y asesina a un Carabinero por el poder de las armas, destruye las bases de nuestra democracia y socaba la institucionalidad del Estado.
La cuestión de fondo es compleja. Desde mi punto de vista, cualquier persona que pierde la vida en sus funciones laborales es un mártir. Pero otra cosa muy distinta, es que otra persona en función delictiva, haciendo uso de un arma de fuego o pistola, nos quite la vida de un policía y/o de un inocente civil.
Por estos días hemos escuchado y leído voces sobre las leyes que se han implementado para otorgar más atribuciones a Carabineros de Chile. Por ejemplo, que son leyes que se hacen en caliente y que, en el futuro, nos traerán nuevos problemas sobre el abuso que se cometerían por parte de los uniformados, especialmente, en las protestas masivas de la población como las ocurridas en octubre del 2019. Es decir, una mala legislación que tiene doble propósito.
El gobierno del Presidente Boric, se atrinchera en defender los “justos equilibrios entre más atribuciones a Carabineros con el debido respeto a los Derechos Humanos”. Mucha gente progresista y de izquierda, no concuerda con esta legislación respaldada por La Moneda. Incluso, van de recurso al Tribunal Constitucional, a objeto de impedir su aplicación.
De todas maneras, es una discusión jurídica legítima y válida. Independiente de estas visiones, a mi juicio, continúan latente, viva en forma y fondo, el derecho a la vida de todos los ciudadanos. Aquí se centra la cuestión más importante de nuestra sociedad.
¿Porque vía atacamos a esta delincuencia asesina? A) Vía más Atribuciones a Carabineros. B) Vía Penal/jurídica.
Primero hay que sostener que los países en vías de desarrollo y los desarrollados las brechas todavía siguen muy distantes. Estas distancias se agudizaron con la pandemia del Covid-19. Entonces, como ayudar a aceptar que nuestras vidas de sobrevivencia nos cambiaron.
Tenemos muchos traumas, padecemos trastornos bipolares, y otras enfermedades mentales más críticas. No son individuales, sino más bien colectivas y masivas.
Dicho lo anterior, los cárteles de la droga también se reorganizaron criminalmente, traspasaron fronteras, cuentan con asesorías jurídicas y trabajan a escala internacional con bandas que lavan activos y sacan el máximo de provecho a su inmenso poder. No hay que ser muy ingenuos. Estos cárteles no son del último tiempo, vienen operando desde comienzos del siglo XX.
En segundo término. Nuestra legislación penal procura estar en armonía normativa y positiva con los países Desarrollados. Los investigadores, estudiosos y abogados tienen la palabra. Mi mirada como simple observador me induce a pensar que nuestra realidad amerita que se revisen ciertas normas para frenar el avance de los delitos de máxima gravedad. Tampoco, puede haber puerta giratoria. Sí, se necesitan nuevas cárceles con todos los adelantos de la tecnología y con Gendarmes más especializados, bueno, entonces que estamos esperando.
Hay que entrar de lleno a discutir y poner en tabla la restauración de la Pena de Muerte. Los cárteles y la delincuencia saben muy bien que en Chile no existe esta condena. Así que, se sienten con toda la libertad de asesinar. Porque, tienen pleno conocimiento que no estarán toda la vida prisión, tarde y/o temprano recuperarán su libertad. Insisto, cualquier otra pena menor y/o mantener las leyes tal como están, será motivación para que esta senda de crímenes continue aumentado las estadísticas de mártires y de víctimas civiles inocentes.
Esta sería una facultad exclusiva de los Tribunales de Justicia. El indulto, si procediera sería una facultad exclusiva del Senado. Amigos/as, mientras no se sienta todo el rigor de la ley, como sería la pena de muerte, entonces, recién esta ola de crímenes, a mi humilde entender se detendrá y la población recuperará su paz social.
Llorar a nuestras víctimas demuestra el amor infinito por ellas. El mejor homenaje que podemos rendirles creo que pasa por la Ley de Moisés “ojo `por ojo, diente por diente”. No basta con pillarlos, detenerlos y meterlos en prisión. Debieran recibir el castigo de la Pena de Muerte para compensar en parte el daño causado.
Mientras ocurría lo anterior, muy aparte de estas noticias a nivel nacional, debo referirme a la vida cotidiana. Amigos/as lectores, ahora, para poner término a esta columna, lo hago guardando las distancias, aquí muy cerca donde nos ubicamos y vivimos nosotros, en la Plaza de San Carlos (Moisés González con 21 de mayo), sector Norte de la ciudad, encontraron el cuerpo sin vida, de Héctor Béjar Montaño.
Solamente, decir que fue algo totalmente inesperado. Un hombre que salió todos los días a ganarse el pan da cada día. Padre de familia y un hombre con una voluntad de oro. No había trabajo que le quedara grande. Inteligente y perseverante. Su deceso para nosotros es un misterio. Me colaboró siempre en forma anónima. Los amigos del barrio le habían puesto varios sobrenombres, nunca se molestó. Creo que nos conocía a todos. Era más que un “maestro chasquilla”. Un mecánico, soldador y excelente amigo.
Sus restos fueron llevados al pueblo de la Tirana y sepultado en el cementerio Santa Rosa. A sus hijas y hermanos/na, les damos nuestras sentidas condolencias. A la distancia un gran abrazo y fuerza. Nuestro amigo Q.E.P.D., siempre vivirá en nuestros corazones.