Por Roberto Bustamante*
La decisión de los tribunales franceses de entregarle la calidad de asilado político a Palma Salamanca ha provocado que vuelvan a develarse algunos discursos propios de una derecha policial, gustosa de la prohibición, lo que habla a todas luces que esos sentimientos dictatoriales estaban en reposo, a la espera de un escenario como el que se dio con el ex frentista para propagar relatos sobre el castigo.
La UDI, principalmente, y un tal Movimiento Acción Republicana, pretendieron, posteriormente, castigar en el congreso a los diputados Boric y Orsini por el mero hecho de conversar con él. Un gesto humanizante inaceptable para con Palma Salamanca, quien debiese ser tratado como una bestia, acorralarlo, pues no merece ni siquiera una conversación. La caza de brujas continuó: tres parlamentarios, también de la UDI, pidieron que el diputado comunista Guillermo Teillier quede inhabilitado en la comisión de Ética de la Cámara por su pasado como nexo entre el FPMR y el partido Comunista.
Los parlamentarios Juan Antonio Coloma, Gustavo Sanhueza y Juan Manuel Fuenzalida exigieron la medida aduciendo existencia de «antecedentes políticos y personales que afectan gravemente su imparcialidad”. «(Él operó como) jefe del asesino, terrorista y prófugo Ricardo Palma Salamanca» recalcan como motivo de inviabilidad. La memoria de la derecha tiene sólo desarrollada una pequeña parte.
¿Qué subyace en el pensamiento de derecha? Cuestiones como el Comando Jungla, la ley Aula Segura que busca amedrentar el futuro, marcando desde la infancia que el comportamiento social debe ser apegado a las reglas. El castigo como representación categórica y como unidad indivisible de la violencia, que arrastra cualquier idea de cada uno de nosotros hacia el autocontrol, alejándonos de las motivaciones del placer pero motivándonos a sublimar la propiedad. La dictadura de Pinochet creo no sólo una constitución militante en la trampa, sino sujetos temerosos, cobardes, verdaderos rompehuelgas de la vida en comunidad.
La derecha buscará con el asesinato y la cárcel, mediante su brazo armado que es el Estado, desarticular cualquier vaso comunicante que trate de humanizar un poco la vida, que entrampe los números azules del empresariado en pos de la calidad del trabajo, someter a quienes busquen variar las leyes que aseguran que el libre mercado es legítimo por naturaleza. Por eso corren a defender a Carabineros cuando mienten y asesinan, por eso corren a alabar al Ejército acusado de violaciones a los derechos humanos y corrupto, con el discurso liviano del porque sí, porque las armas son necesarias para la disciplina. Porque brota por sus poros el corregir y criminalizar sólo a una clase social, que es la única clase que llena las cárceles. Por eso las distintas iglesias pernoctan a la sombra de la política empresarial, para darle su bendición y su continuum del castigo espiritual a quienes no los apoyen. Ni hablar de la educación sexual que sataniza, que por su rechazo se ha vuelto cómplice en el aumento de los índices de VIH en el país. De los abusos a menores hablamos en otra oportunidad.
Así es la derecha chilena, amante del nepotismo, quien fomenta el arraigo en los personalismos, los salvaguardias de la deshumanización, cimentando la desconfianza y el temor, criminalizando a quien ose disentir.
*Las columnas de opinión, son solo eso opinión, las que a veces no representan el pensamiento de este portal pobre, pero honradísimo, como tampoco las del editor, del dibujante, y a lo mejor de los que leen.