@plumaiquiqueña
De lunes a viernes con el talan de la campana, la señora Marina abría las puertas de la escuela básica A-2. En los siguientes minutos con mi hermano el Toño, sabíamos que íbamos a recorrer todas las calles antiguas de la ciudad puerto (Orella, Amunátegui, Bulnes, Barros Arana, Vivar y Sargento Aldea).
Nuestro objetivo, a eso de la una y media de la tarde, era tomar la micro 9 o 7 para llegar a casa a almorzar los pejerreyes fritos con arroz que preparó mamá. La travesía del colegio a calle Tarapacá, lo hicimos conversando y riendo de buena gana.
Nos divertíamos tanto con las travesuras de Manolito dirigiendo el tránsito, cantábamos las canciones de moda del grupo “Nadie”, “Upa”, “Valija diplomática” y “Síndrome”.
Bajando por calle Bulnes jugábamos al rin raja, corriendo despavoridos y lejos de un furioso quiltro hasta calle Vivar.
¡Oh! El comercio se asomaba lentamente por calle O’Higgins con la “Cooperativa de Carabineros” y la “Feria Persa”. Mientras caminábamos, observaba la peluquería “Cosmética Capilar Rossy” y pensaba que bonito debe ser arreglarse el cabello en el salón de belleza más importante de la ciudad, así como vestirse en la boutique de los pitucos, “Papillón”.
Cruzábamos calle Zegers, pasando por el kiosko de la esquina, leyendo el titular que Cecilia Bolocco había ganado el Miss Universo. Ergo situarnos frente a los buses “Evans”, los helados “Pingüino”, farmacia ” Urquieta” y las inolvidables paqueterías que deleitaban nuestra atención.
¡Queda poquito! le decía a mi hermano chico. Muy cerca se siente el exquisito olorcito a café, pan horneado y galletas artesanales del “Café Diana”, lo cual inevitablemente despertaba todos los sentidos. Que ganas de tomar oncecita o comprar un cuartito de galletas y atendido por el amable señor Flavio Rossi, su dueño. Bueno mientras soñaba con esa invitación, le digo a mi hermano que juntemos las últimas chauchas del recreo para comprar unas galletas marca museo en el supermercado “Decer”, anteriormente llamado Coopenor, ubicado en calle Sargento Aldea con Vivar.
Esas galletas costaban $50 pesos y nos sentíamos unos verdaderos rock star por comprar en un lugar con tanta historia. Ingresabas primeramente por un pasillo, donde estaban los papeles higiénicos, al fondo se ubicaba la carnicería y rotisería. ¡Oh!, la suerte estaba con nosotros, una degustación de cecinas, atrapó nuestro voraz apetito. ¡Vamos por nuestra galleta! ¡Wow! Al lado están las deliciosas “Morocha” en caja, pero inalcanzables para el bolsillo de cualquier niño.
Bueno pagamos y fuimos brincando como Remi y sus amigos Capi; Servino; Dulce y Corazón alegre hasta calle Tarapacá, pasamos por tienda ” Sacco Deportes”, “Vildoso”,” La joven Ideal”, “Farmacias Victoria” y el kiosko de ” Don Manuel González” con la dulce espera en un paradero, comiendo las galletas más ricas del mundo, y vendidas en la esquina de los supermercados.