
Veinte años después de haber sido removida, la estatua ecuestre del conquistador español y fundador de Lima, Francisco Pizarro, fue reinstalada el sábado, 18 de enero del 2025, en el corazón de la capital peruana, en lo que fue calificado como una «ofensa» por los indígenas, que denunciaron que se trata de un intento más de glorificación de Francisco Pizarro en pleno siglo XXI. El Perú tiene una población de 34,390,000 millones de habitantes, de los cuales 4 millones son amerindios. Entre ellos están los Quechuas, Aimaras, Urus y los pueblos indígenas amazónicos: Asháninkas, Achuar, Arabela, Asheninka, Bora, Cashinahua, Amahuaca, Awajún, Capanahua y Chapra.
Como se recordará ,Francisco Pizarro fue un conquistador español del siglo XVI. Comandó la expedición que resultó en la invasión del Imperio Incaico en Cusco mediante la captura y ejecución del Inca Atahualpa, en 1532. Fundó Lima, el 18 de enero de 1535, y consolidó el dominio español en el Perú. En la conquista del Perú , según los historiadores, se calcula que más de 2.000 indígenas murieron en el enfrentamiento con Francisco Pizarro. El Imperio Inca derrotado sufrió una drástica reducción debido a las epidemias traídas por los europeos , principalmente la viruela.
La medida, de reinstalar la estatua, fue ordenada por el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga,el edil manifestó “que esta acción es una forma de reivindicar el pasado prehispánico y español de la capital peruana”. La ceremonia tuvo lugar en el aniversario 490 de la fundación de la ciudad y a ella asistió la presidenta de la comunidad de Madrid, España, Isabel Díaz Ayuso. En su discurso, Díaz Ayuso destacó que la reubicación de la estatua «simboliza mucho más que la ampliación del paisaje urbano de la ciudad, sino que un paso más del respeto hacia nuestra historia compartida». Sus palabras hacen reflexionar sobre lo que ocurrió en el continente Americano, tras la llegada de los europeos renacentistas. La conquista del Perú, se produce cuando había una guerra civil donde se enfrentaban Atahualpa contra Huáscar y se disputaban el control del Imperio de los Incas. La caída del Imperio Inca no fue producto del talento militar de Francisco Pizarro, sino del rapto del gobernante Atahualpa, por el que pidió 13 mil kilogramos de oro y una cantidad menor de plata. Luego, tras cobrar el botín asesino a su rehén . Tampoco se le puede adjudicar la creación del Virreinato del Perú, puesto que fue asesinado, el 26 de junio de 1541, por los partidarios de su rival , el difunto Diego de Almagro, en el Palacio de los Reyes, tras un alzamiento producto de la desmesurada violencia con que ejerció el poder. Alcanzó a gobernar sólo 6 años.
En la conquista de América no hay historia compartida, porque los españoles no llegaron a establecer un diálogo de saberes, sino a destruir centenares de culturas para imponer la suya. No hay historia compartida, porque Pizarro no preservó el patrimonio cultural de los 12 millones de pobladores del Tahuantinsuyo: lo envió a España, donde las más impresionantes obras de arte creadas con el trabajo del oro fueron fundidas en lingotes para financiar la frivolidad de los cortesanos y las guerras de los Habsburgo, en las que murieron cientos de miles de europeos, en su inmensa mayoría, campesinos pobres usados como carne de cañón por los monarcas. No hay historia compartida, porque los conquistadores y sus descendientes crearon un sistema de castas que mantuvo a blancos, indígenas, africanos y personas de otros orígenes viviendo en mundos separados, conectados entre sí no por lazos de fraternidad, sino por el látigo, los grilletes y una religión deformada para justificar los privilegios de unos y la explotación de otros. No hay historia compartida, porque las magníficas catedrales, los deslumbrantes palacios, las centenarias universidades, los caminos, los conventos y otras edificaciones e instituciones que los españoles presentan como prueba de la civilización que trajeron a este lado del Atlántico fueron construidas con la mano de obra esclava de indígenas y negros, quienes la mayoría de las veces tenía vedado el ingreso a las obras que levantaron en las que dejaron sus manos y sus vidas.
La estatua de Pizarro -a caballo y espada en mano- volvió a instalarse en la Plaza de Armas de la ciudad, contigua a la sede presidencial. Esto fue calificado como una ofensa a todos los pueblos originarios del Perú.
En 2003, el monumento fue trasladado al poco concurrido Parque de la Muralla, fuera del casco céntrico de Lima, ante el auge de críticas pro indigenistas pidiendo su remoción.
Durante la ceremonia grupos de indígenas protestaron a metros del monumento, al que la policía les impidió acercarse.
El monumento quedó expuesto en el pasaje peatonal Santa Rosa, al lado de una enorme piedra ceremonial andina (‘wanka’ en quechua), que rinde homenaje a Taulichusco, el último gobernante indígena del valle de Lima hasta la llegada del conquistador y sus tropas en 1535.
El monumento de Francisco Pizarro fue creada por el escultor estadounidense Charles Cary Rumsey y donada por su viuda en conmemoración del IV centenario de Lima, en 1935.
Desde hace años las autoridades de la ciudad evitaban rendirle homenaje a Pizarro, un personaje controvertido con la revalorización del imperio inca y los pueblos nativos.
En España la conquista de América, donde está Perú, es vista como un hito histórico , pero en realidad fue una brutal y sangrienta invasión , que debería generar vengüenza.