El 17 de octubre se conmemora el del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza proclamado por la ONU en 1992. El día tiene como propósito promover mayor conciencia sobre las necesidades para erradicar la pobreza y la indigencia en todos los países.
Los tiempos nos hablan de mucha pobreza en el mundo, y esto es un escándalo porque en un mundo donde hay, tantos recursos para dar de comer a todos, no se puede entender cómo hay, ¡tantos pobres!
Es necesario, encontrar la manera de que todos puedan beneficiarse de los frutos de la tierra, no sólo para evitar que aumente la diferencia entre los que más tienen y los que tienen que conformarse con las migajas, sino también, y sobre todo, por una exigencia de justicia, equidad y respeto a todo ser humano.
Al mismo tiempo que animamos el progreso hacia un mundo mejor, no podemos dejar de denunciar por desgracia el escándalo de la pobreza en sus diversas dimensiones. Violencia, explotación, discriminación, marginación; precisamente estos aspectos caracterizan muchas veces los movimientos migratorios, unen migración y pobreza.
No hablamos sólo de asegurar a todos la comida, sino de que tengan prosperidad sin exceptuar bien alguno. Esto implica educación, acceso al cuidado de la salud y especialmente trabajo, porque en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida.
No podemos permanecer indiferentes ante las voces de estos hombres y mujeres. Ellos no sólo nos piden que les demos ayuda material, necesaria en muchas circunstancias, sino, sobre todo, que les apoyemos para defender su propia dignidad de seres humanos, para que puedan encontrar las energías espirituales para recuperarse y volver a ser protagonistas de su historia.
Como hombres y mujeres de buena voluntad, estamos llamados a vencer juntos a la globalización de la indiferencia, que hoy parece tener la supremacía, y a construir una nueva civilización de la solidaridad.