Esta mañana de comienzos del invierno, después de ordenar algunos pensamientos, camino hacia unos rayitos de sol, los cuales hacen predecir una mañana calurosa. Mientras, en otros lugares de nuestro largo territorio, aún se viven las serias consecuencias de las intensas lluvias. Nuestros hermanos del sur de Chile todavía la están pasando muy mal. Sería muy bueno, que alguna importante organización y/o autoridad impulse una campaña solidaria; “Levantemos Chile” donde los iquiqueños podamos hacer llegar una valiosa colaboración.
En general nuestra población no tiene hábitos de lectura y menos un mayor entendimiento o comprensión de lectura. Les ocurre a nuestras generaciones pasadas y a las presentes. Son pocos los medios escritos que se dan un espacio para que sus noticias no se mal interpreten y distorsionen la verdad.
La verdad es dura y dolorosa. También, es una fuente de fortaleza humana y una muralla social, ambas sirven para construir la paz y la felicidad de los pueblos. En el aspecto cristiano tiene su eje principal en Cristo, al sostener que “la verdad os hará libres”. Un testimonio de sus enseñanzas se encuentran en la Biblia, S. Juan 8:32. La verdad es un bien mayor de nuestra sociedad.
En esencia, vivimos tiempos modernos de difícil interpretación. El avance de la ciencia tecnológica y de la inteligencia artificial, derriban fronteras y trastornan todas las economías de los países. Los avances de los pueblos y sus retrasos se plasman en estos conocimientos. Hay ciclos reales de progreso técnico y de innovación permanente, la moda neoclásica y de anticipaciones racionales. Una sociedad sin rostro, “hecha de hombres sin rostro, donde flotan, entre individuos sin carácter, las ideas generales y las opiniones vagas, el mundo de las posiciones y el conocimiento objetivo”. (Emmanuel Mounier)
Entre estos pensamientos, entonces, no puedo abstraerme de los sucesos que rondan en el acontecer diario. El presidente Boric y su Gobierno, llegaron al poder para cambiar la forma de hacer política. Eso lo creo firmemente. Nadie puede desconocer que el estallido social fue la antesala del movimiento popular más importante desde el retorno a la democracia. Muchos de sus adversarios políticos, abrieron las puertas para realizar transformaciones de fondo al modelo neo capitalista impuesto desde los tiempos de la dictadura.
Sin embargo, hay que dejar constancia que el rol del Estado, fue clave para profundizar las injusticias. Las desigualdades llegaron demasiado lejos en la lucha de clases. Los pobres son más pobres y los ricos más ricos. El rol del Estado fue estigmatizado como ineficiente, burocrático y sobre dimensionado en su rol de Bienestar y Desarrollo en la industria nacional. En estas nuevas políticas administrativas, se enarbolaron las privatizaciones de servicios públicos básicos, por ejemplo: luz, agua, la educación, la salud, la vivienda, el transporte y la seguridad social. El rol de los privados se apodera de todas nuestras mayores riquezas.
De este modo se revoluciona el Estado. Vemos, como en general la clase política, salvo excepciones, pierde totalmente su rumbo. Se hace parte de un Chile más a fin a la burguesía, a la proliferación de la miseria y de miles de campamentos.
En un minuto de reflexión, al presidente Boric, le dimos una de las mayores y grandes tareas de la historia patria. Los cambios que necesita el país no son cosméticos y que requieren la mayor unidad de los chilenos. Primero de los trabajadores para profundizar la democracia hacia la participación ciudadana. Estamos hablando de cambios estructurales que perfeccionen los poderes y las instituciones del Estado. No simples reformas Constitucionales.
Hay que ser claros y sinceros. Al presidente Boric, lo dejamos en un callejón sin salida. Tenemos una Cámara de Parlamentarios en manos de la Derecha. Su alianza política y sus partidos oficialistas carecen de una correlación de fuerzas mayoritaria. Para el colmo de los remates y verdades, por nuestra ignorancia, le dimos una feroz paliza al Borrador elaborado por la Convención Constitucional. Tenemos que, ganó el Rechazo por amplia mayoría y las injusticias del ultraliberalismo capitalista, seguirá políticamente tal como la diseño el imperialismo norteamericano al promover el golpe de Estado en contra del presidente mártir, doctor Salvador Allende G.
Entonces, nada de lloriqueos y ánimos de convencer a nadie, pero lo que nos está pasando en Chile con la corrupción y otros grandes males de nuestra sociedad, es fruto de lo que hemos sembrado. Culpar al presidente Boric, implica evadir nuestras propias equivocaciones y lavarnos las manos como Pilato. Basta de criticarlo sin argumentos de verdad, de insultarlo odiosamente, en el fondo de echarle la culpa por el enorme desprestigio de la clase política.
Todavía el presidente Boric, puede mejorar su rumbo en las encuestas. A un año de su mandato, hay personajes en algunos cargos de su gobierno que no tienen dedos para el piano. Nos encontramos con otros, más audaces, que aprovechándose de los vicios y/o vacíos legales, no dudan en sacar provecho a beneficio personal. No se trata de asuntos morales, sino en rigor, económicos. El presidente Boric, a pesar de su juventud, es moderado, inteligente, valiente y leal a los postulados que lo llevaron a la Moneda.
Ante el caso de la fundación Democracia Viva, los Convenios y transferencia de fondos, ha reaccionado con rapidez y enérgicamente con su sector político. La idoneidad y probidad de los Ministros del gobierno, no provienen de la burguesía y de los monopolios explotadores de nuestro pueblo. Son personas intachables y de principios proletarios, donde se impone su vocación de servicio público. Nadie puede ser culpable por delitos que no ha cometido y nadie puede escupir para el cielo, sin que la saliva le resbale en la cara. Cada cual, tiene el justo derecho a pensar como quiera y meter las manos al fuego por una persona, especialmente, cuando vemos sus virtudes humanas. ¿Acaso estoy muy equivocado?