En relación con el planteamiento con el que parte este escrito, hay que destacar, en primera instancia, que las personas que alcanzan el éxito tienen una visión muy clara de aquello que quieren lograr, sin que importe mucho el ámbito de acción en el que se muevan, sea éste de carácter científico, académico, económico, social, deportivo e, incluso, político, siempre y cuando –en este último caso– mantengan una conducta que sea ética, correcta, transparente y decente.
Uno de los más importante hábitos –o reglas– que tienen estas personas, es que están en grado de “definir metas y objetivos que son específicos, alcanzables y, por sobre todo, realizables”, en función de lo cual, esto les proporciona un impulso y dirección clara a sus acciones y actividades diarias.
La segunda regla –y una de las más relevantes– es que la persona es “capaz de compartir el éxito con aquellos que han colaborado a alcanzarlo”, dejando a un lado el egoísmo y el individualismo que caracteriza, justamente, a muchos sujetos que han logrado el éxito.
Ser “una persona entusiasta, apasionada y disciplinada” es la tercera regla, y es equivalente a comprometerse uno mismo con el deseo interno de triunfar, porque cuando se tiene ese perfil, la persona está en condiciones de impulsar y motivar a quienes están a su alrededor a transformar sus propios sueños en realidad. Esto significa que hay que aprender a ser generoso con el éxito.
La cuarta regla –y muy relevante, por cierto–, es que el sujeto exitoso “sabe apreciar, valorar y reconocer los esfuerzos, resultados y la tenacidad de los demás”, por cuanto, sin el apoyo, fuerza, energía y respaldo de otros es casi imposible llegar a la cima. Menos aún, si la codicia y la ambición dominan y ciegan al sujeto que busca el éxito.
La quinta regla cae por su propio peso y hace referencia a “saber escuchar con atención y en forma activa”, al mismo tiempo que aprender de sus ideas y opiniones, ya que puede que el sujeto sea el líder del proyecto, pero sea el colaborador el de las genialidades y el que aporta las ideas.
La sexta regla es que los sujetos que triunfan “mantienen una constante y dinámica comunicación con la gente que los rodea” y son dueñas de algo que pocas personas tienen: muestran verdadero y genuino interés por la gente que los rodea, así como también por sus necesidades.
La séptima regla forma parte integral de su personalidad, por cuanto, siempre están “buscando la manera de superar las propias expectativas e ir un poco más allá de lo esperado”.
Dado el hecho que tienen una asombrosa y llamativa capacidad para seguir adelante y mantenerse centrados en lo que es importante para ellos, la octava regla de los individuos exitosos es “no permitir que los obstáculos, el caos o el fracaso interrumpan su concentración en el logro de sus objetivos”.
La novena regla de las personas que alcanzan el éxito, es muy simple: son individuos que “saben celebrar los logros en conjunto –y en armonía– con el equipo de colaboradores que permitieron que la persona en cuestión llegara a la cima”, y eso no puede ser “olvidado” por ningún motivo.
La décima y última regla de las personas que triunfan y que tienen éxito, resulta ser clave y esencial, a saber, son sujetos “dispuestos a nadar siempre en contra de la corriente y que están en condiciones de batallar contra decenas de problemas sin rendirse ni sentirse abrumados por el peso de esas batallas”, así como por el sacrificio personal que dichas batallas implican.
Si bien no siempre las personas exitosas reúnen en su figura las diez reglas previamente enunciadas, una de las figuras históricas que reúne en su persona estas diez reglas se ve reflejado en un gran líder como Nelson Mandela, primer presidente negro elegido democráticamente en una nación racista como Sudáfrica –donde imperaba el Apartheid, es decir, la separación de razas– y uno de los políticos más carismáticos, honestos y universales de que tenga memoria la humanidad. Una persona que fue capaz de ganar causas imposibles en favor de sus conciudadanos, aun cuando esas acciones las tuviera que pagar con su propia vida, si ello fuera necesario.
Dr. Franco Lotito C.
Otro país y otro planeta tendríamos, si aquellos individuos que llegan a la cima, fueran todos ellos capaces de respetar algunas de las importantes reglas y/o características de las personas verdaderamente exitosas. Por el contrario, vemos a sujetos que son mega millonarios, pero que resultan ser de los más tacaños, avaros, egoístas e incapaces de entregar a sus propios colaboradores una parte -aunque sea pequeña- de sus riquezas. Para qué hablar de aquellos que acceden al poder y lo único que buscan es atornillarse a él y dedicarse a «servirse» a sí mismos. En fin.