Por EDGARDO BARRIA*
Según dice la Biblia, “Dios creo el planeta tierra para todos”, pero algunos se sienten dueños de cada centímetro, producto del capitalismo que todo lo convierte en dinero, sin importar que todos somos iguales, pero el amor a la plata es más fuerte que todos los valores.
Por años vengo escuchando a los seremis y ministros de Bienes Nacionales, predicando que las playas son de todos, pero igual algunos las privatizados y ponen rejas o portones para que nadie pase o bien hay que pedirle permiso a ellos.
Cuando niño, recuerdo cuando mi madre preparaba sanguches de jamón del pueblo, traducido como mortadela, hacía te de hoja con yerba Luisa y la vaciaba a botellas de barro, cubierta con alguna prenda de lana, para mantener el líquido caliente.
A pesar que ya existían los termos, nosotros como éramos de estrato bajo socialmente o económicamente, nos las ingeniábamos y nos íbamos a la playa El Saladero, ubicada a un costado de la caleta de Cavancha, precisamente donde existe un restaurante, que hoy se creen los dueños de ese lugar.
Ahí había un muelle y nos guarecíamos bajo él, nos bañábamos ahí, porque el agua entraba despacio y no corríamos peligro, claro que bajo la mirada de nuestra madre.
Más grande, nos refrescábamos en la playa La Gaviota, y nos lanzábamos de los pilares al mar, de lo que un día fue un restaurant, pero ahora un hotel que se instaló ahí, cerró la playa y nadie dice nada.
Cuando lográbamos que alguien nos llevara en algún vehículo, nos dirigíamos a Vicente Mena, un lugar donde entra el mar con olas pequeñas, también ahora tiene dueño, la Fuerza Aérea se hizo dueña después del golpe de Estado, ahora han tenido que abrirla, pero a medias, se creen los administradores.
Otras playas más, a pesar que la ley dice que no existen las playas privadas, algunos se las tomado para ellos, cuando en mi época era de todos, sin excepción, nos íbamos a ellas y nos pegábamos chapuzones hasta que nos cansábamos, llevábamos sanguches de mortadela, pescado frito, o a veces ceviche, pescado escabechado, perol de mariscos y éramos felices en ese paraíso que Dios nos regaló, con la guatita al sol y a veces nos lucíamos haciendo piqueros, para que nos aplaudieran las féminas.
Las playas para todos es parte del pasado, los que tienen dinero construyen sobre ellas y se creen dueños, dejando a los que nacimos en esta tierra, herederos de Los Changos, fuera de algo que nos pertenece por historia.