Es posible que no sean muchos, pero siempre es factible recordar a un profesor(a), ya sea de la enseñanza básica, media o universitaria, que fue más allá de la mera entrega de conocimientos y se convirtió en un mentor, una persona inspiradora o en un guía a seguir.
De acuerdo con dos expertos estadounidenses –el Dr. Todd Whitaker, profesor, conferencista, educador y escritor, y el Dr. Douglas Fiore, escritor y profesor de la Universidad Estatal de Virginia– son seis los tipos de académicos capaces de marcar un antes y un después en la vida de un estudiante.
En los diversos libros que ambos expertos han escrito, ellos entregan detallados perfiles de estos profesores. En uno de estos libros titulado “Siete secretos: lo que hacen y saben los mejores profesores” ofrecen una descripción muy completa de aquello que distingue a estos profesores. Revisemos algunos de estos perfiles:
- Los profesores irreemplazables: de acuerdo con estos expertos, son los profesores más talentosos dentro de los colegios y universidades, y muestran además la disposición para apoyar y ayudar a sus estudiantes en el plano más personal. Si “uno de estos profesores se va, hay muy pocas probabilidades de contratar a alguien tan bueno como ellos” aseguran los autores. La dedicación, compromiso, así como también la calidad humana y de su trabajo resultan ser inspiradores para muchos estudiantes, quienes sienten que este tipo de profesores los guían mucho más allá de la sala de clases y de los meros contenidos académicos, a raíz de lo cual, despiertan mucha admiración, afecto y estima en los estudiantes, lo que determina que algunos de ellos quieran seguir sus pasos.
- Los profesores que “caminan sobre el agua”: Whitaker y Fiore los llaman profesores “Walk on water” (Wow), es decir, que caminan sobre el agua, y se convierten en verdaderos guías de sus estudiantes, quienes confían en sus consejos, sugerencias y los respetan mucho. Asimismo, pueden convertirse en referentes de otros profesores para que éstos sean más efectivos en su desempeño. Si se van, su ausencia puede ser muy sensible y difícil de llenar.
- Los profesores que impactan: son tan talentosos como los “Wow”, especialmente, dentro de la sala de clases. Siempre están dispuestos a escuchar a sus estudiantes, a darles orientaciones, a motivarlos a superarse y ser los mejores, razón por la cual, son muy respetados y queridos, especialmente, cuando se advierte que los estudiantes desean seguir las sugerencias recibidas y buscan ser mejores que el promedio de los estudiantes.
- Los profesores sólidos: representan alrededor del 80% de los profesores, y si bien se destacan por su calidad en la sala de clases, no suelen ir más allá. Se ganan el respeto de los alumnos porque demuestran un buen manejo de los temas que deben enseñar, pero no son los primeros candidatos de los estudiantes a la hora de confiarles un problema o pedirles un apoyo de carácter más personal o extracurricular.
- Los profesores estabilizadores: mantienen siempre el mismo comportamiento, energía y nivel de entrega en el trabajo y con los estudiantes. Sus capacidades permanecen estables, pero así también sus defectos. La ventaja es que esta estabilidad en el tiempo hace que sus rasgos sean manejables para los estudiantes: si saben, por ejemplo, que un profesor no tolera el ruido, el desorden o que tiene determinadas mañas, los estudiantes se manejarán mejor y aprenderán a tratar con este tipo de profesores para evitar problemas.
- Los profesores Dow Jonesers (o “fluctuadores de la bolsa”, en alusión al Dow Jones, un índice del valor promedio de las acciones): estos profesores fluctúan en su desempeño profesional al igual que lo hace la Bolsa de Comercio de Acciones, es decir, un mes se destacan generando nuevas ideas y al mes siguiente pueden caer en una inercia y apatía de carácter muy desmotivador. Sus capacidades y habilidades también varían dependiendo del tipo de tareas a las que deben enfrentarse. Los estudiantes recurren a estos profesores para ciertas cosas propias de las materias impartidas, pero tienen muy claro que no pueden acudir a ellos para pedirles un consejo o algún tipo de sugerencia en lo que respecta al plano más personal e íntimo. También saben, que al final del semestre o del año escolar, su carácter puede hacerse insoportable.
Los investigadores analizaron, asimismo, los rasgos de aquellos profesores que privan a sus estudiantes –e incluso a otros profesores– de su energía, entusiasmo y motivación, atentando en contra del buen clima requerido en un establecimiento o institución educacional.
El primer grupo, es el de los “profesores neutros” o “inofensivos”, es decir, aquellos profesores que si bien, no generan muchos problemas o ruido al interior de la sala de clases, sí se destacan por hacer muy poco para estimular el interés o el aprendizaje de sus estudiantes, tanto dentro de la sala de clases como también fuera de ella. No aportan nada a la vida de los estudiantes, ocupando una plaza que podría entregarse a otro profesor con más ganas de enseñar, de hacer las cosas mucho mejor y de marcar la diferencia.
El segundo grupo, es el de los “profesores negativos”: son incapaces de motivar o de interesar a sus estudiantes por las materias que dictan, son autoritarios e intimidantes con ellos. Se burlan de sus alumnos dentro y fuera de las aulas de clases. Algunos de ellos pueden ser acusados de “acoso docente”, ya que someten a los estudiantes a hostigamiento, humillaciones y abusos de diversa naturaleza. En los casos más extremos pueden impulsar al estudiante a ideaciones suicidas, o incluso, a cometer suicidio. Asimismo, no se llevan muy bien con sus colegas, hacen uso de mentiras, o bien, hacen correr falsos rumores, de modo tal, de proyectar una mala imagen sobre aquellos profesores destacados, lo que en su conjunto, termina por desmotivar, y generar frustración y rabia, tanto en los estudiantes como así también en sus colegas profesores.
Digamos finalmente, que cuando la influencia de algunos profesores es positiva, ésta se hace sentir durante toda la vida del estudiante, quien, recuerda a estos profesores con mucho afecto, respeto y admiración, sintiéndose agradecido de haber tenido, alguna vez, un profesor, cuya asignatura lo motivó y lo interesó de tal modo, que hizo –literalmente– vibrar su vida como estudiante.