Me disponía a visitar los geoglifos de Pintados, cuando el editor, en un arrebato de WhatsApp, decidió que mi exilio terminaba y que debía volver a escribir estas pícaras notas.
NAVIDAD
Obediente como monje bien adiestrado, regresé a la ciudad de Choche Soria y otros animales políticos, donde me llevé una grata sorpresa: la plaza de Pozo Almonte aún brilla con las luces navideñas que instalaron en diciembre. ¿Será que el espíritu de Maduro contagió a Pozo y adelantó la Navidad para junio?
PANFLETOS
Pero volvamos a lo importante. En la Ciudad para Querer —como decía Myrta Dubost allá en el antiguo municipio de calle Vivar— descubrí una nueva estrategia electoral digna de un premio a la creatividad. Al parecer, adherentes de la candidata del Socialismo Democrático han adoptado una táctica inesperada: dejar panfletos y carteles en las góndolas de los supermercados, justo entre los champús y las sopas.
SOPAS
Recientemente —no diremos fecha exacta— en dos conocidos supermercados aparecieron afiches de Carolina Tohá en la sección de sopitas, cremas y aliños para la comida. Y, por si acaso alguien quería refrescarse después de tanta política, también los dejaron en la sección de aseo personal.
VOLANTES
Ahora, no sabemos si esto es una estrategia deliberada del comando de campaña o si alguno de los participantes en las actividades políticas de Iquique y Alto Hospicio se distrajo en plena compra. Quizás, con las manos llenas de volantes, decidió que el mejor lugar para dejarlos era el exhibidor de productos.
SUPER
En todo caso, el supermercado Que Te Conoce —no revelaremos si del puerto o de Hospicio— recibió con entusiasmo la nueva oferta electoral, dejándola justo al lado de un letrero de promociones. Esperemos que la propuesta de la candidata sea tan atractiva como los descuentos.
Bueno, hasta aquí llegamos por hoy. Seguiré disfrutando mi tecito con malicia. No se piquen, ni llamen. La próxima entrega de este viejo monje será en cualquier momento, ya que tengo varios borradores que el simpático editor de este pasquín insiste en censurar.
Atentamente,
El Monje Pate Cuete