Gustavo Masciocchi: “La dictadura cívico-militar mandó a dinamitar áreas de producción de maestranza de las salitreras, fundamentalmente porque allí había todavía núcleos obreros”
Masciocchi es el encargado del museo de Pozo Almonte y nos abrió las puertas del lugar para enseñarnos la rica historia regional que ahí se cuenta y se muestra. Últimamente han sumado el patrimonio intangible de la zona, sumando relatos escondidos de nuestra zona.
¿De dónde provienen la mayoría de los artefactos expuestos en este museo?
El museo de Pozo Almonte tiene para enseñar en estos momentos, en estas salas, artículos y objetos de uso de la época del salitre. Provienen del auge y su decadencia que comienza con notoriedad en los años 50, hasta que no queda salitrera funcionando. Aquí hay vestigios de las más de 130 oficinas que trabajaron en la comuna de Pozo Almonte, justamente desgastadas por el tiempo, por los saqueos y por el uso poco profesional del Estado, que no cuenta con ningún sistema que permita mantener las ruinas de las oficinas. El golpe de gracia ocurre en 1977 cuando cierra la oficina Victoria. La dictadura cívico-militar mandó a dinamitar áreas de producción de maestranza, fundamentalmente porque allí había todavía núcleos obreros que trabajaban y buscaban la manera de organizarse. El campamento Victoria fue directamente saqueado: desapareció el pino oregón, algunas casas, objetos, un saqueo total. Incluso había una radio a cargo de la iglesia católica, llamada “León XIII”. Aquí hay algunos objetos de esa radio que se trasladó para seguir funcionando en la iglesia de Pozo. Entonces los objetos que hay en este museo son de esa etapa.
¿Es lo único que podemos encontrar en este museo?
No, también hay momias, pero sus réplicas, ya que hay tratos con etnias indígenas para proceder así. Hay otra serie de objetos que por su tamaño no las podemos exhibir en este lugar. Además, sobre la base de exposiciones de fotos de todas las salitreras que había en esta zona, se ha ido confeccionando este museo que ya lleva 5 años de funcionamiento en este centro cultural (de Pozo Almonte).
¿Cómo lo hacen para que motivar al público a que asista?
Estamos proponiendo horarios alternativos o nuevos, debido a que ya está cerrado cuando la gente sale de sus trabajos. Tenemos entre 100 a 150 visitas al mes. Los niños y niñas vienen con las escuelas. Hemos pensado también sacar a la calle el museo con el apoyo de las empresas. Además hemos comenzado a trabajar con algo que no se había hecho antes que es trabajar con el patrimonio intangible. Hemos recibido un apoyo importante con esto último. La primera vez que nos reunimos fuimos 34 personas, algunas de ellas relatando hechos que no están registradas en ningún libro. Hay un profesor que se llama Guillermo Torres que trabaja en la escuela básica de La Tirana, que fue carabinero en una época. Entonces él nos ha contado algunas cosas que él vivió. Una persona, que no recuerdo su nombre, que trabajó en Humberstone, vino y nos entregó información. Los relatos son libres, no sobre temas específicos y estamos haciendo registro audiovisual de esta actividad, para que a futuro pueda estar al servicio de investigadores, escritores, poetas, de aquel o aquella que lo necesite. Estamos proyectando también visitas a los distintos cementerios del Tamarugal, y comenzaremos con el cementerio de Pozo para conocer otras historias.