octubre 7, 2024
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11

Ago

Nadie impide a los devotos estar junto a San Lorenzo

Masiva y emociónate víspera del 10 de agosto en el poblado de Tarapacá

por ALVAFU


Definitivamente no hay imposición sanitaria o eclesiástica que impida a nortinos y nortinas expresar su tradición, fe y religiosidad popular cuando se trata de San Lorenzo. No fueron veinte ni cien, sino miles los devotos que llegaron hasta el poblado de Tarapacá para celebrar al  Lolo en su día.

Pese a las restricciones que pusieron el Obispado y Salud la víspera del 10 de agosto fue como todos los años. Peregrinos y danzantes comenzaron a copar la explanada de la plaza mientras que los músicos con sus sones preparaban el ambiente, para lo que sería una fiesta. El grito espontáneo de vivas a San Lorenzo se fue repitiendo mientras fuegos de artificio iluminaban la noche en la quebrada.

A través de un parlante o por el celular, algunos fieles seguían la misa de víspera grabada días antes por el Obispo Isauro Covili y el padre Benito Tapia, rector de santuario tarapaqueño, mientras los demás miraban hacía el templo –que permanecía cerrado- como en una necesidad colectiva de conectarse con el patrono y protector, sentir su presencia y cumplir la manda para volver el próximo agosto con la esperanza de vivir la fiesta grande con todos sus eventos.

Mientras la misa de víspera daba sus últimos sermones, las bengalas comenzaron a teñir de rojo la plaza y calles adyacentes iluminándose la quebrada por el estallido de los fuegos artificiales. Cuando las campanas comenzaron a tañir una explosión de alegría y jubilo se apoderó del lugar porque era la señal esperada: las centenarias puertas de la iglesia se abrían y escoltado por el cuerpo de servidores “el Lolo” salía al frontis para reencontrarse con su pueblo -luego de dos años- y participar en la espontanea fiesta que le prepararon para celebrar su día.

Las bandas de bronces marcaron el compás de “cumpleaños feliz” a la medianoche iniciándose la fiesta con el festival pirotécnico  y cientos de “viva San Lorenzo”, los tradicionales pie de cachimbo tarapaqueño, la ferviente entonación del himno del santo y el canto de saludo de la Primera Diablada Devotos de San Lorenzo “indicando que la fiesta ya empezó”.

Los sones del himno de Yungay marcaron el retorno de San Lorenzo  a su nave, mientras sus devotos permanecían en la plaza grabando en sus teléfonos el momento vivido.

La madrugada en el pueblo siguió con el baile de las sociedades religiosas y la rompida del día.

 

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