PERICOTE
Estos ojitos, que un día se lo comerán los gusanos, han visto la prepotencia que tienen algunos inspectores de Impuestos Internos en fiscalizaciones a los negocios y para exigir dar la boleta, y es más, también los he visto con el desparpajo que piden los talonarios en algunas actividades benéficas, donde revisan cuantos anticuchos se vendieron y cuantos terremotos se han servido. Me tocó verlos en acción y, al parecer ganado horas extras, llegar pasada la medianoche a un evento benéficos en la Academia de Educación Física como reyezuelos pidiendo vales y talonarios de ventas a los organizadores, quienes medios asustados y preocupados daban miles de explicaciones a los severos fiscalizadores.
Ojalá tuvieran ese trato con los “grandes”, como SQM, también recuerdan el “perdonazo” a Johnnson o le revisarán hasta las cuentas privadas, pero la balanza se carga para el lado de los débiles, a la dueña del almacén que no dio la boleta por 600 pesos de un kilo de pan, o al kiosco que vendió una Coca-Cola de medio litro sin boleta.