Este domingo, a mediodía, se inicia un nuevo mundial del fútbol en una sede cuestionada por la violación de derechos humanos y una serie de restricciones y a la vez boicot de algunas figuras del mundo artístico. Si bien a muchos les interesa la justa deportiva, pero es importante saber que hay detrás de un evento y el poderío de la FIFA, que al parecer solo Maradona pudo criticar.
Los cuestionamientos a Catar como sede del Mundial de 2022 comenzaron, incluso, mucho antes de que fuera confirmado como país organizador, en diciembre de 2010. La bola ya está lista para rodar en este pequeño emirato de apenas 11.571 metros cuadrados y 3 millones de habitantes.
La llegada de al menos un millón de personas de todo el mundo significa una revolución en un torneo atípico por su sede, por las fechas de disputa, lejanas del verano europeo, para huirles a las fuertes temperaturas que afectan la vida diaria en este país.
La sola elección de la sede fue todo un escándalo que aún tiene ecos, luego de que medios europeos revelaran la existencia de sobornos a mandamases de la FIFA para obtener la sede, en un episodio que le costó el puesto a la plana mayor de la entidad, entre ellos al expresidente Joseph Blatter, al expresidente de la UEFA Michael Platini, o al entonces secretario general Jérôme Valck. Hace poco, el propio Blatter aseguró que designar a Catar fue un “error”.
A ese escándalo se le sumó, después, el de la construcción de los estadios, que generó otro tipo de serios cuestionamientos, denuncias y protestas de organizaciones defensoras de derechos humanos.
DE CERO
Qatar tuvo que partir de cero para recibir la Copa del Mundo y, una vez fue confirmada como sede, tuvo que comenzar a construirlo todo: se hicieron siete estadios nuevos, un nuevo aeropuerto, además de carreteras, sistemas de transporte y hasta una nueva ciudad, Lusail, que recibirá la gran final del torneo el próximo 18 de diciembre.
Según el diario inglés The Guardian, al menos 6.500 obreros fallecieron durante esas labores de construcción, todos ellos inmigrantes procedentes de países como India, Pakistán, Bangladés, Nepal y Sri Lanka. No existen cifras oficiales al respecto, pero las investigaciones externas han llegado a la conclusión de que muchas de esas muertes tienen que ver con el Mundial, además de las inclementes condiciones climáticas.
“Una proporción muy significativa de los trabajadores migrantes que han muerto desde 2011 solo estaban en el país porque Qatar ganó el derecho de albergar la Copa del Mundo”, declaró al diario The Guardian Nick McGeehan, director de FairSquare Projects, grupo de defensa especializado en derechos laborales en el Golfo.
DERECHOS HUMANOS
Las violaciones de derechos humanos quedaron consignadas en alarmantes informes que han venido elaborando diferentes organizaciones. Amnistía Internacional, por ejemplo, logró documentar desde 2016 el maltrato hacia los trabajadores emigrantes que fueron contratados para dichas obras. Este organismo desglosó ocho formas de maltrato: elevadas comisiones de contratación, terribles condiciones de vida de los obreros, mentiras sobre el salario, retrasos en los pagos, restricciones a la libertad (como no poder abandonar el estadio durante las obras), no poder salir del país (con denuncias de retención de pasaportes) y, por último, trabajos forzosos.
La Organización Internacional del trabajo (OIT) reportó que 50 trabajadores murieron y más de 500 resultaron gravemente heridos solo en 2021, y otros 37.600 sufrieron lesiones leves o moderadas, ampliando la estadística negativa para el país organizador.
Por otra parte, la organización Human Rights Watch (HRW) –organización no gubernamental dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos humanos– urgió una y otra vez a la FIFA y a las autoridades de Qatar a compensar a los trabajadores migrantes que sufrieron “daños graves, incluidas muertes, lesiones y robo de salarios” durante su participación en las obras. Qatar optó por crear en 2018 un sistema de compensación para los trabajadores afectados.