Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
Una frase muy sabia afirma que “es mejor prevenir que curar”, por lo tanto, lo óptimo que una persona puede hacer con la finalidad de cuidar su salud, es estar bien informado y atento a las señales que le envía su organismo, de manera tal, que no se vea sorprendido por la aparición de alguna enfermedad que puede ser muy peligrosa.
Las señales más conocidas de la depresión son: tristeza profunda, desesperanza, sensación interna de vacío, decaimiento y falta de energía, pesimismo, dificultad para concentrarse, falta de interés por actividades que antes producían placer, entre otros síntomas.
De acuerdo con estudios de la Clínica Mayo de Rochester, Estados Unidos, un amplio número de personas presenta un tipo de depresión que, además, se acompaña de síntomas somáticos o físicos, tales como: malestares de tipo crónico, neuralgias o dolores muy agudos, problemas digestivos y enfermedades respiratorias (como el asma).
En estos casos, aún cuando las personas se tratan los dolores y las enfermedades físicas subyacentes, la recomendación es estar muy atentos y no dejar a un lado el hecho de reconocer que existe una depresión de fondo.
Algunos estudios revelan que hasta el 70% de aquellas personas que presentan más de siete quejas de tipo físicos por dolores indefinidos, tiene depresión, en relación con lo cual, es preciso tener muy en cuenta que la depresión también puede ser “un síntoma de otra enfermedad”, hasta el punto que este trastorno de carácter psíquico puede preceder, justamente a la aparición de algunas patologías físicas graves como algunos tipos de cáncer.
Esto es lo que revelan diversos estudios realizados en Estados Unidos por especialistas como Roland Schmidt y Martina Mayr, estudios que afirman que en cuadros como el cáncer de páncreas, cáncer de estómago y algunos tipos de leucemia, los pacientes pueden comenzar presentando depresión y algunos meses más tarde se les hace el diagnóstico de cáncer en sí. De ahí la necesidad de ser precavidos, ya que el cáncer pancreático es uno de los que tiene peor pronóstico y si la presencia de depresión –como síntoma– ayuda a descartar o detectar con anticipación este tipo de cáncer, tanto mejor.
Algo similar ocurre con los casos de colon irritable, donde los pacientes se tratan la depresión, pero van postergando el diagnóstico de este otro cuadro, lo que puede hacer la situación algo más complicada.
Existe una larga lista de enfermedades no psiquiátricas que se asocian con la depresión como síntoma relevante, entre las cuales destacan en forma especial: el lupus erimatoso, en que el sistema inmunológico ataca a sus propios tejidos; las enfermedades endocrinas que afectan la tiroides y paratiroides; los trastornos metabólicos como la diabetes tipo 2; las enfermedades reumatológicas como la artritis reumatoide.
¿Cómo se vinculan todos estos datos entre sí? Pues bien, los resultados de las investigaciones indican que alrededor del 50% de las personas con problemas reumatológicos puede llegar a sufrir depresión, en tanto que el 40% de los pacientes con cáncer padece esta enfermedad, mientras que el 25% de los pacientes diabéticos presenta, asimismo, problemas depresivos.
Por otra parte, alrededor del 50% de las personas que sufren la enfermedad de Parkinson también presentan depresión en algún momento de su tratamiento. Paralelamente, se ha visto que las personas afectadas por una depresión tienen hasta tres veces más riesgo de sufrir enfermedades coronarias.
En este sentido, las enfermedades cardiovasculares están relacionadas con este trastorno psíquico, ya que, generalmente, los pacientes con problemas cardíacos presentan síntomas depresivos tal como ocurre con personas que han sufrido un infarto reciente del miocardio o que presentan angina de pecho, que es, justamente, un síntoma de una enfermedad arterial coronaria. Ahora bien, el 20% de quienes han sufrido un infarto reciente del miocardio padece depresión, al mismo tiempo que la tasa de mortalidad en estas personas se duplica.
Por otra parte, un elemento común a todos estos problemas se relaciona directamente con el estrés y sus ramificaciones clínicas, tales como la ansiedad y la angustia. Al respecto, es preciso señalar que el estrés es un trastorno multisistémico y multifactorial que da lugar a síntomas de tipo físicos y psicológicos, en cuyo trasfondo puede haber, asimismo, una depresión.
Por lo tanto, dado el hecho que: (a) algunos pacientes presentan trastornos del ánimo –como es el caso de la depresión– y luego son diagnosticados con un tumor, en tanto que (b) otras personas sufren molestias como fuertes dolores y problemas digestivos, pero en realidad padecen de depresión, la recomendación es tratar ambas condiciones por separado –pero al mismo tiempo– sin que una tenga preferencia por sobre la otra, por cuanto, estamos frente a trastornos que son graves y ninguno de ellos puede ser descuidado.
Una explicación del por qué o cómo se produce esta vinculación entre un factor y otro, la entrega una investigación de la Dra. Isadora Botwinick y de la Dra. Lisa Purcell, quienes señalan en su estudio, que la gran mayoría de los pacientes con adenocarcinoma de páncreas presenta depresión, cuyos síntomas “suelen preceder al diagnóstico de cáncer”, lo que sugiere que la “fisiopatología de la depresión en el adenocarcinoma de páncreas puede deberse a cambios biológicos inducidos, precisamente, por la presencia del propio tumor”.
La fisiopatología es aquella rama de la fisiología responsable de estudiar los mecanismos a través de los cuales se producen las manifestaciones clínicas de una enfermedad, por medio de la cual, se entienden –y predicen dichas manifestaciones– en concordancia con la alteración funcional de los órganos.
Por lo tanto, la frase “Más vale prevenir que curar” debe ser enfocada como el mejor antídoto para evitar graves trastornos en la salud de las personas, especialmente, cuando hablamos de depresión y de distintos tipos de cáncer.