NELSON MONDACA I.

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Las principales figuras políticas del gran Santiago se ponen las pilas, viajan a las diversas regiones del país. Aprovechan de recorrer los principales medios de comunicación y de prensa, promueven reuniones, actividades y difunden sus opiniones personales como los oráculos autorizados por los dioses en torno al presente y futuro de Chile, sean, partidarios del “rechazo y/o del apruebo”.
Argumentos a favor de una nueva Constitución, creo que pueden sobrar muchos. Por otra parte, razones muy validas en contra de la Propuesta Convencional no pueden ignorarse. Poner las cosas en su justo equilibrio, es una tarea y responsabilidad que nos corresponde a todos los chilenos/as.
Para que ello suceda, no podemos colocarnos en los extremos de que somos dueños de la verdad y los que piensan distinto encarnan la ciencia del mal. Es decir, no podemos juzgar a quienes tienen un pensamiento diferente, tal como si fueran nuestros enemigos a muerte, a los cuales, hay que destruir y eliminar del mapa. No, no y no. Aquí en Chile no sobra nadie. Esta doctrina debería ser la que prevaleciera entre quienes obran, tanto a favor, como en contra de una nueva Constitución.
Estar en una y en otra posición, no es sinónimo de patriotas y de antipatriotas. Hay personas que piensan diferente y es muy justo que tengan una determinada preferencia. Lo que no puede ser, es que nos descalificamos entre nosotros, cuando todos amamos nuestra tierra y nuestra bandera.
Por supuesto, estamos viviendo momentos muy trascendentales. Por qué no decir históricos. Es en el “plebiscito de salida” donde se dicta el curso y rol de Estado. El texto Constitucional establecerá las normas y nociones de cómo se construye nuestra sociedad: en lo ético, en lo social, lo político y económico.
Una tremenda y dura tarea, que conlleva grandes responsabilidades muy complejas. Hablamos de más justicia, democracia, solidaridad, libertad y desarrollo; son procesos no de unos pocos super ricos, sino de las grandes mayorías. Por consiguiente, somos parte de una obra de magnitud sideral. En definitiva de la conducción, pública y privada, donde el eje central sean los valores cívicos del respeto a los derechos humanos y a la felicidad de superar la pobreza. Los Gobiernos actúen con la verdad y por la verdad, defiendan el bien común.
Para nadie es un misterio que Chile, tiene elites económicas, las que se enriquecen a costa de las crisis, que tenemos un capitalismo neoliberal salvaje dependiente del imperialismo de Norteamérica, al unísono, por otras naciones que dominan los mercados y los avances tecnológicos del mundo.
Me parece, en efecto, que Chile tiene una gran oportunidad de superar muchas injusticias y desigualdades que se han instituido, en la práctica, desde su independencia. Por décadas, el pueblo ha sufrido en grado máximo la concentración de la riqueza en manos de unos pocos dueños del poder económico y político. Lo peor, fue la miseria y la pobreza que heredamos de la dictadura cívico militar. Todas las conquistas sociales de los trabajadores/as organizados fueron eliminadas de un solo plumazo.
El despojo de las empresas públicas al sector privado fue un verdadero robo y saqueo al Estado. Ha sido nuestro apocalipsis amparado por la Constitución del 80. Además, debo mencionar, aprovechado por los políticos neoliberales post dictadura, -derecha, centro y del socialismo-, tal vez, por buenas razones ideológicas, profundizaron las privatizaciones. Nos vendieron el sueño del crecimiento con equidad.
Así, en medio de esperanzas y sufrimientos, fuimos consumidores de la gran mentira de pensiones dignas y el fin de la pobreza. También, para que estamos con cuestiones a medias, los chilenos/as, creo que en general, compramos este modelo económico, pues era nuestra tabla de salvación para ser un país desarrollado.
En todo sentido podemos ahondar en este análisis político. Sin embargo, no deseo perder de vista, el objetivo de fondo de la presente columna. El próximo 4 de Septiembre, tenemos que votar por una de las dos opciones en consulta: Apruebo / Rechazo.
Este dilema, a favor o en contra, nos pone enfrentados como el principal drama de nuestras vidas. ¿Traidores o leales al país? ¿Nueva generación de Progresistas o de Conservadores anacrónicos? ¿Demócratas partidarios de los cambios o los amantes de la República capitalista? ¿Unos son ángeles y otros diablos de carne y hueso? ¿De qué lado estoy? ¿Mis hijos, mi familia y mis amigos, son víctimas o victimarios?
Lo que ocurre es que nos ciegan las pasiones. La lucha por el poder, gane quien gane, “Apruebo o Rechazo”, seguirá existiendo. Nosotros, los trabajadores/as de nuestro pueblo, sean de cualquier clase, deberá seguir cumpliendo sus labores diarias y cumpliendo con sus responsabilidades de trabajo en forma habitual. Tal vez, con un estado de ánimo de más felicidad o con más tristeza, dependiendo sí ha resultado ganadora su opción. Eso es todo. Las legítimas divergencias serán parte de la historia de este evento electoral.
Ahora, mientras llega el día de la elección, cada ciudadano/na, tiene el legítimo derecho de trabajar, movilizarse y promover sus ideas. Es tiempo de campaña y hay que sujetarse a estas reglas. Lo que no puede ocurrir es hacer propaganda falsa y que tergiversa el texto Constitucional propuesto a la ciudadanía. Hay un sector, dentro de la derecha, que utiliza este perverso método. Merece mi enérgico malestar y profundo repudio.
Antes de despedirme, resulta útil destacar la enorme amplitud del significado que tiene la palabra, clasificación y concepto “Democracia”: Democracia representativa o indirecta. Democracia gobernada. Democracia gobernante. Democracia directa. Democracia semidirecta. Gobierno de asamblea. Democracia parlamentaria. Régimen presidencial de gobierno. Presidencialismo. Democracia constitucional. Democracia liberal. Democracia formal o burguesa. Democracia social y Democracia marxista. (Editorial Andrés Bello/Editorial Jurídica de Chile. ¿Qué es la democracia? )
Se pueden buscar definiciones realizadas por Platón, Aristóteles y en otros filósofos más contemporáneos. Además, de los conocimientos que podemos encontrar en las plataformas de internet,
Abramos los ojos, saquemos lo mejor de nuestras mentes y corazones. Aprovechemos estas alternativas para establecer mejores puentes de comunicación en la construcción de una nueva y mejor República. Que las leyes sean para favorecer a toda la ciudadanía ¡no para favorecer el poder del dinero y del lucro!