octubre 16, 2024
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Sep

Ancestralidad y sustentabilidad: La visión de la moda de Kim Karry

Kim Karry, reconocida diseñadora de vestuario iquiqueña, comenzó su carrera en 2008, dedicada de lleno al reciclaje en tiempos en que este concepto aún no se incorporaba a la moda. Ella recuperaba lo que se podía de una prenda y añadía aplicaciones de otras telas y materiales, dándole una segunda oportunidad, un principio de sustentabilidad que mantiene hasta hoy. Dos años después, empezó con el corte y confección de sus propias prendas, incorporando aguayos, el característico textil de los pueblos andinos.

“Me fui de Iquique a buscar mi ancestralidad y ver de dónde venía esta relación que sentía con los aguayos. Es ahí donde descubrí que soy atacameña, y esa era la conexión que sentía con esos tejidos. Desde entonces empecé a estudiarlos, aprendiendo más sobre la cosmovisión andina”. Hoy, Kim está involucrada en el proyecto Originarias, una casa de emprendimiento de mujeres indígenas, donde obtuvo un fondo concursable para crear su propia página web.

«Cuando partí, me decían que lo que hacía era trabajar con basura, que la ropa usada debía desecharse. Pero yo siempre creí que un día el reciclaje se pondría de moda. Hoy en día, al ver tantos emprendedores y agrupaciones que se hacen cargo de esto, me parece fantástico. Ahora, incluso Corfo creó una beca para estudiar más sobre el tema, lo que muestra que el gobierno también está tomando conciencia», señala.

Con respecto al fast fashion y la irrupción de marcas como Shein, Karry enfatiza la responsabilidad que deben tener los diseñadores con las prendas que crean. «Como diseñadora, me hago responsable de las prendas que confecciono. Si alguien me compra una chaqueta y luego me dice que ya no la quiere porque está vieja, yo me encargo de ella. Le digo que me la traiga y veo qué puedo hacer para darle una nueva vida».

Además, propone que las grandes tiendas también deberían hacerse responsables del destino final de la ropa que producen. Aunque reconoce que algunas marcas están comenzando a abordar este tema, aún queda mucho por hacer. Como mujer de la tierra y diseñadora andina, Kim siente que es su misión restaurar prendas y renovar su energía. «Siempre pregunto a mis clientes si tienen en su armario ropa que creen que usarán algún día. Con esas prendas, podemos crear algo nuevo, lo que también ayuda a reducir costos».

Karry ve las prendas como portadoras de un ajayu, o espíritu, que las conecta con su dueño. «Cuando una prenda pierde esa energía con una persona, la rechazan y la dejan. Yo me encargo de devolverle esa vitalidad para que otra persona pueda usarla y prolongar su vida útil».

La pandemia también cambió su forma de ver el oficio, ya que surgieron muchos artesanos que, como ella, valoran el trabajo manual. Karry ha colaborado con artistas, grupos musicales, obras de teatro y hasta en una película. Aunque ha vendido prendas a extranjeros, su sueño es internacionalizar su marca y ampliar su taller.

“Pero mi sueño más grande es tener un molino para poder moler la ropa a la que se le sacó el máximo provecho y me quedó un trocito y usar los restos como relleno para cojines o tapicería”. Sueño que le gustaría extender a mujeres privadas de libertad, como lo hizo en Calama, ayudándolas a reinsertarse a través del reciclaje de ropa y madera, con el objetivo de que nada termine en la basura y tengan una alternativa de reinserción social.

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