diciembre 4, 2024
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May

El sexo como medio para conseguir algo: la imagen de mujer en el siglo XXI

(Louise Brooks 1906 -1985)

«Yo, cuando soy buena soy muy buena, pero cuando soy mala soy mejor» decía Mae West, condenada en 1927 por corromper la moral de la juventud con su obra de teatro ‘Sex’.

Miles de artículos, estudios y disertaciones en la actualidad nos hablan del empoderamiento femenino de las mujeres de ‘Juego de Tronos’ pero en realidad está todo inventado. Lo cierto es que, aunque el papel de la mujer ha cambiado mucho desde los inicios del cine, la mujer fuerte, la femme fatale, llegó y conquistó la industria del cine hace ya un siglo.

Ya en los albores, en la época muda del cine, la sexualidad de la mujer quedó patente con vampiresas de la talla de Louise Brooks. Estos personajes que utilizaban su sexualidad para atrapar al héroe entre sus garras eran, cómo no, las villanas del largometraje. Pero unas villanas que todo el mundo adoraba. Munch y Klimt las retrataban tan solo unos años antes y se convirtieron en el origen de la dominatrix sadomasoquista, enfundada en cuero, que surgió en los años 30 en Europa.

Louise Brooks fue la primera en introducir el lesbianismo en la pantalla frente a las mujeres con una actitud más pura y angelical, como podía ser Lillian Gish. Por ello mismo, dos de sus cintas fueron censuradas debido a que su contenido se consideraba indebido y «demasiado adulto». No fue la única femme fatale de la época: Quizá la chica más mala durante la época del cine mudo fue Marlene Dietrich, que construyó la imagen de mujer fatal que la lanzaría al estrellato. «Era la antítesis perfecta de la americana» explica la escritora Amy Lawrence en ‘The making of Marlene Dietrich’s Bad Girl Image’. «Todo universo moral necesita una chica mala. Mostraba una sexualidad moderna. Sabía que su éxito en Hollywood iba a estar marcado por la creación de su personaje, de sí misma, y lo aprovechó». La mujer que siembra el caos no es nada nuevo, desde Eva a Helena, pasando por Lilith, Dalila y Medea.

La vamp

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Marlen Dietrich 1901-1992

No es casualidad, por tanto, que ‘El ángel azul’, en el que Dietrich hace el papel de una bailarina vamp que lleva a los infiernos a un profesor de instituto muy correcto, interpretado por Emil Jannings, fuera la película que lanzó su carrera al estrellato. A pesar de que la sexualidad de la mujer era patente y la femme fatal la utilizaba para conseguir un determinado fin, el mensaje no dejaba de ser bastante moralizante y algo carca: la pasión carnal puede ser tu perdición, así que ojo con lo que haces. La mujer de mala vida puede llevarte a la locura.

Con la llegada del cine sonoro la cosa no cambió mucho y las actrices se encasillaban en dos roles. Aún existía la femme fatale, representada por actrices de la talla de Katherine Hepburn, Ava Gardner, Rita Hayworth o Lauren Bacall, y después estaba la chica que no había roto un plato, como en los casos de Ingrid Bergman, Grace Kelly o Audrey Hepburn. Lo cierto es que, para los años 50, la figura de la mujer sexualmente activa y empoderada (eso sí, en una sociedad casta en la que no se entrevía ni un escote) había cambiado un poco. Eran chicas malas, sí, pero el amor y el protagonista las convertían en buenas al final de la película. Tenían su corazoncito.

El ejemplo de Audrey Hepburn en ‘Desayuno con diamantes’ (convertido en icono contemporáneo) es bastante paradigmático. Frente a Marilyn Monroe, que era la inspiración para el personaje de la novela de Truman Capote, mucho más voluptuosa y sexy (porque claro, el cuerpo también tiene mucho que ver con la sexualidad), la elegida fue Audrey, que tenía un aspecto andrógino, frágil y angelical. La película no podía ser más engañosa, propia de una sociedad bastante puritana. El personaje de Holly Golightly en el libro era prostituta y bisexual, y aunque en el metraje se deja entrever que se acuesta con hombres, esto nunca se dice de forma explícita.

La evolución ha sido favorable, no solo en el plano sexual, sino en la capacidad de crear personajes un poco menos unidimensionales. En los años 80 y 90 se desarrolla un nuevo tipo de personaje que antes no existía: la simpática vecina de al lado (‘girl next door type’), un contrapunto amable y divertido del protagonista, que por primera vez goza de su sexualidad de una manera más libre o por lo menos más explícita. El «orgasmo falso» más famoso de la historia del cine ya ha cumplido 30 años y todavía nadie ha podido desbancarlo: Meg Ryan en ‘Cuando Harry encontró a Sally’.

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Marilyn Monroe 1926-1962

Las teorías feministas también han contribuido a cambiar a los personajes femeninos en el mundo del cine. ‘El principio de la Pitufina’ habla de esa mujer metida con calzador, como único personaje femenino en un mundo de hombres (Penny en las primeras temporadas de ‘The Big Bang Theory’ o Peggy en ‘Los teleñecos’), y el test de Bechdel, que explica que para que una película rompa con la brecha de género debe tener, por lo menos, una situación en la que dos mujeres estén hablando en pantalla sin la presencia de otro hombre y de un tema que no tenga que ver en absoluto con el otro sexo.

A pesar de ello, ‘500 días juntos’, que salió a la luz en 2009 con Zooey Deschanel y Joseph Gordon-Levitt, marcó un antes y un después (sorprendentemente, teniendo en cuenta el año) en la idea preconcebida de la sexualidad. Summer (Deschanel) es una femme fatal moderna que solo quiere tener sexo y no relaciones fijas frente al personaje de Tom (Levitt), un pobre diablo enamorado hasta las trancas. Al final de la película ella se casa con otro. Los comentarios en redes insultando al personaje todavía son frecuentes.

Cuando la primera temporada de ‘Juego de Tronos’ terminó, había algo claro: todo el mundo adoraba a Daenerys Targaryen, esa princesita exiliada que había conseguido salir de una pira funeraria desnuda y con tres dragones. En el primer capítulo de la serie, la Khaleesi pierde la inocencia cuando Kal Drogo, el hombre al que su hermano la vende para poder ganar un ejército, la somete sexualmente.

Es algo que se ha repetido en varias ocasiones en la serie de ficción (y que, probablemente, muestra a la perfección lo que era la vida de la mujer en la Edad Media): casi todas las mujeres son sometidas a vejaciones sexuales. Daenerys con Khal Drogo, Sansa con Ramsay Bolton, hasta la villana Cersei Lannister es violada por su hermano Jaime frente al cadáver de su hijo. Solo Arya Stark disfruta de una sexualidad plena con la persona que ha elegido, y la respuesta de la gente en redes sociales fue tajante: «Lo veo muy raro, a mis ojos sigue siendo una niña».

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Emilia Clarke, 32 años.

Cuidado, ‘spoilers’
Las opiniones son diversas. Algunos quieren ver en la serie el culmen del feminismo, con personajes empoderados y fuertes, con el mismo peso político e incluso guerrero que los hombres de la serie. Otros, sin embargo, tachan a la serie de machista, debido a la cantidad de desnudos femeninos que, sobre todo, en sus primeras temporadas, pasaban por la pantalla. Pueden excusarse en que el tiempo les ha dado la razón con el final (atención spoilers): Daenerys se convierte en una loca que quema ciudades y que no sabe gestionar el poder (quizá nunca supo) y hasta Brienne de Tarth, un trasunto de Juana de Arco, acaba convertida en una histérica llorona en brazos de su adorado Jaime. Solo una mujer, Sansa Stark, que en otro tiempo fue uno de los personajes más odiados, consigue reinar en el Norte, y asegura que todo lo que sabe lo ha aprendido gracias a las vejaciones (también sexuales) de otros personajes.

Pero, en realidad, las mujeres de ‘Juego de Tronos’ aunque un poco más complejas y desarrolladas que, por ejemplo, el personaje de Marlene Dietrich en ‘El expreso de Shanghai’, utilizan el sexo de la misma forma que esta última: como un medio para conseguir otros fines. Audrey Hepburn como Holly se acostaba con hombres más ricos que ella para que pudieran mantener sus caprichos, aunque no se viera de manera explícita en el largometraje. Cersei Lannister se acuesta con Euron Greyjoy para que le apoye con una flota en la guerra. Volviendo al pasado, como con las femme fatales de los años 40, solo el amor redime a estas mujeres: Holly, «enjaulada» con Paul. Cersei, muriendo como llegó al mundo, al lado de Jaime.

Quizá todo esté cambiando. Quizá los nuevos tiempos están acabando (como la tele mató a la estrella de la radio) con esos conceptos antiguos de la femme fatale o la ‘manic pixie dream girl’ (Amèlie, Summer, y tantas otras chicas de ensueño, fruto de la mente de guionistas y directores masculinos) y en su lugar nos quedemos con personajes como Arya Stark, que incluso disfrutando de su sexualidad sin ningún fin concreto, al final decide abandonarlo todo y convertirse en una especie de Cristóbal Colón que descubrirá nuevos mundos. O como las chicas de ‘Girls’, de Lena Dunham, donde muestran unas escenas sexuales sin ningún glamour. Quizá ese cambio se propicie cuando sean ellas las que tomen las riendas y la dirección y el guión estén liderados por mujeres que puedan enseñar, sin tapujos, cómo es la sexualidad desde un punto de vista totalmente femenino.

El Confidencial

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