Sexo divertido sí, pero fuera de la cama los hombres no quieren bromas, al menos no si no las hacen ellos. Así lo demuestra un estudio elaborado por la Universidad de Miami según el cual ellos prefieren estar con mujeres poco divertidas pero que les rían sus chistes mientras que ellas valoran encontrar a una pareja que las haga reír. ¿Compenetración total o pánico a que ellas sean más divertidas?
Como comenta irónicamente Richard Holt en The Telegraph “lo último que queremos es que las mujeres estén todo el tiempo tratando de contar chistes; ese es nuestro trabajo. Nos encanta cuando ellas son risueñas y sumisas”.
Los resultados de la investigación parecen demostrar que las mujeres no se preocupan demasiado por si ellas son o no ingeniosas, pero valoran que sus parejas lo sean como síntoma de estar con alguien capaz de hacer un chiste.
Sin embargo, ellos no encuentran atractivo en que sus parejas puedan hacerles reír pero dan mucha importancia a que les rían sus gracias. ¿Afán de protagonismo o miedo de estar ante alguien mentalmente superior?
Festival del humor, pero ellas de público
Los investigadores interrogaron a más de 80 hombres y mujeres heterosexuales a los que se les preguntó sobre la importancia que daban a tener una pareja que les hiciese reír así como cuánto les atraía la idea de que les encontrasen divertidos.
Las respuestas revelaron que las mujeres valoran a los hombres con sentido del humor, pero no es el rasgo que más les preocupe. Sin embargo, ante la posibilidad de quedarse con una mujer que les haga reír o una que les ría los chistes, los hombres se quedarán con la segunda.
“Así que”, recomienda sarcásticamente Fiona Macrae en el Daily Mail, “si quieres impresionar a un hombre, no trates de ser graciosa”.
El humorista macho alfa
El estudio revela que las mujeres no están demasiado preocupadas por si sus chistes tienen o no gracia pero ellos necesitan hacerlas sonreír. ¿Por qué dan tanta importancia a ser más divertidos, e incluso los únicos capaces de hacer reír, en las relaciones de pareja?
Muy a principios del siglo XX, el escritor, poeta y filósofo –entre otras tantas habilidades intelectuales– Gilbert Keith Chesterton decía que “sentir que se ríe de nosotros algo al mismo tiempo inferior y más fuerte que uno es espantoso”. ¿Seguimos así un siglo después?
El hecho es que hacer reír –sin acudir a trucos como tirarnos tartas de crema a la cara o caernos por terraplenes– está directamente relacionado con tener un cierto nivel intelectual. Como explica Liana Hone, autora principal de la investigación, “las mujeres encuentran la capacidad de hacer reír a la gente como un signo de inteligencia y con la clase de genes de calidad que ellas querrían para sus hijos”.
La importancia del humor inteligente
“Las mujeres tienden a ser más exigentes por lo que los hombres sienten la presión de tener que hacer reír. Una mujer ingeniosa exigirá que estés a su nivel intelectual”, explica Hone.
Por su parte, Holt, quien recaba en algunos comentarios que ha escuchado en otros hombres, explica que “lo que quieren decir es que normalmente no les gusta cuando las mujeres tratan de ser humorísticas de una forma grosera y cansina”.
El periodista insiste en que “no es que no nos gusten las mujeres ingeniosas sino que resulta desagradable el humor fallido, y esto es lo que, seguramente, pueda hacer que una persona –independientemente de cuál sea su género– resulte poco atractiva”.