HÉCTOR G. BARNÉS Durante los últimos años se ha popularizado en Europa en general y en España en particular el debate sobre la prostitución. Cada vez hay un mayor número de opiniones diferentes, en muchos casos por la participación en el debate de las propias profesionales que recuerdan que no todo trabajo sexual tiene por qué ser esclavista. En definitiva, el abolicionismo convive con otras visiones menos restrictivas, incluso dentro del feminismo. Para completar el complejo puzzle de la prostitución es de especial ayuda una investigación recién publicada en la revista ‘Sexualities’ y realizada por Susann Huschke, de la Universidad de Witwatersrand de Sudáfrica y Dirk Schubotz, de la Universidad Queen’s de Belfast, en la cual desmontan “los estereotipos predominantes sobre los hombres que pagan por sexo, tal y como se utilizan continuamente en el discurso público sobre el trabajo sexual”. Los clientes suelen ser más o menos pudientes y tener estudios. Tan solo cuatro de cada 10 son solteros En definitiva, como ya habían sugerido otros estudios, los clientes no son simplemente “explotadores y abusadores sexuales”, sino que recurren a la prostitución por un amplísimo rango de razones, que abarcan desde la experimentación (es el caso de un travestí heterosexual) hasta la incapacidad de encontrar pareja, pasando por aquellos que quieren mantener relaciones con mujeres sin compromiso o que no encuentran satisfacción sexual con sus parejas. Y lo hacen en un contexto que a los españoles les sonará: el de una sociedad donde tradicionalmente el sexo ha sido censurado por la religión. Concretamente por la Iglesia Católica, que en Irlanda, donde se llevó a cabo el estudio, sigue teniendo una gran influencia. Así es el cliente: qué quiere y qué no En los debates sobre prostitución, el cliente suele ser retratado de manera monolítica. Por lo general, se trata de un “misógino negligente o un pervertido sexual”. Sin embargo, señalan los autores, aunque pueda haber consumidores así, la simplificación no ayuda a entender las raíces del problema, sobre todo a la hora de tomar decisiones legales sobre la criminalización del trabajo de las prostitutas o la persecución del cliente. Según los datos obtenidos después de que 446 clientes habituales completasen una encuesta ‘online’, complementados por entrevistas cara a cara con 10 de ellos, así como por los testimonios de 19 trabajadores sexuales, la única conclusión es que no existe el “putero” típico. Eso sí, ya que la mayor parte de clientes afirmaban no recurrir a la prostitución callejera sino a las escorts y a los burdeles. Estas son las principales razones por las que los hombres recurren a la prostitución: Disfruto haciendo el amor con gente diferente (47%) Me ha permitido explotar mi sexualidad (40%) Me permite probar cosas que no había probado antes (41%) Me gusta que no haya lazos emocionales (38%) Me permite hacer cosas que no podría hacer con mi pareja (28%) Es la única manera en que puedo hacer el amor (25%) El secretismo me excita (21%) Me hace sentir mayor confianza sobre mi cuerpo y sobre mí mismo (21%) Es bueno para mi autoestima (19%) Lo hice por curiosidad (16%) Es rápido y fácil: no tengo tiempo para otras relaciones sexuales (16%) Es la única manera en que puedo obtener satisfacción sexual (9%) No me siento preparado para otras relaciones sexuales (8%) Nada de lo anterior (<1%) Cuando se les preguntó por qué razón dejarían de hacerlo, el 35% aseguró que en caso de tener de pareja y el 27% si pudiesen tener relaciones sin pagar Estas son las cosas que a los encuestados no les gusta de la prostitución: Me siento como si tuviese que esconderme (41%) Me preocupa que mis amigos y familia se enteren (39%) Me preocupa el bienestar de la trabajadora sexual / prostituta (36%) Me siento como si tuviese que mentir sobre lo que hago (31%) Me preocupan los riesgos para la salud (25%) Me gasto demasiado dinero (25%) Echo de menos la conexión emocional (21%) No creo que sea dinero bien gastado (12%) No me gustan los lugares donde se lleva a cabo (10%) Me hace sentirme avergonzado (10%) Esperaba que me daría más que sexo (5%) Daña mi confianza (3%) Como se puede apreciar, dejando al margen el sesgo asociado a estas encuestas las respuestas sugieren que el cliente se preocupa más por la trabajadora de lo que se pensaba. Cuando se les preguntó por qué razón dejarían de frecuentar a las escort, el 35% aseguró que en caso de empezar en una relación de pareja y el 27% si pudiesen tener relaciones sin pagar por ellas, lo que refuerza el carácter sustitutivo de la relación. Algunos de ellos, además, afirmaron que aunque nunca habían visto maltrato a las chicas, dejarían inmediatamente de hacerlo si supiesen que sus parejas habían sido forzadas. El 97% de los participantes eran hombres, con tan solo un 2% de mujeres y un 1% de trans. La mayoría (64%) tenían entre 31 y 50 años, seguidos por aquellos que tenían entre 51 y 74 (un 21%) y los de entre 22 y 30 (un 14%). Cuatro de cada 10 eran solteros, y la mayoría de ellos preferían ver a diferentes mujeres (58%), aunque un tercio reconocía que prefería quedar siempre con la misma, algo que, por lo general, no era posible. El Confidencial ]]>